2019/01/24

El instinto de supervivencia y la ley de la inercia. Cómo y cuándo acabar con ellos.

El universo está regido por leyes universales, perfectas e inquebrantables, como la ley de causa y efecto.
Estas leyes universales son omnipresentes, es decir, actúan en todo momento y en todas las facetas de nuestra vida. Por tanto, es bueno conocerlas ya que, de este modo, jugaremos con ventaja cuando tengamos que salir ahí fuera y vivir nuestra vida.
Es por ello que hoy quiero hablarte del instinto de supervivencia y de la ley de la inercia, dos leyes íntimamente relacionadas capaces de salvarte la vida y mantener lo establecido; pero también de limitarte, estancarte y evitar tu crecimiento personal.
En este artículo descubrirás cómo operan estas 2 leyes en tu vida y te contaré cómo y cuándo deberías acabar con ellas para seguir desarrollándote sin impedimentos.

¿Qué es el instinto de supervivencia y dónde actúa?

El instinto de supervivencia es la habilidad no aprendida que tienen todos los seres vivos de superar las agresiones o cambios del medio (externo o interno) con el objetivo de preservar la especie.
Si intentas matar a una mosca, ésta saldrá volando a toda velocidad para salvarse. Si intentas matar a un gato, éste erizará la piel y te llevarás unos cuantos arañazos. Y si intentas matar con tus propias manos a un león, probablemente quien acabe muerto seas tú.
Sin embargo, mi definición se queda corta, pues el instinto de supervivencia es una ley universal y, como tal, afecta todos los ámbitos de la realidad, desde la política hasta la sociedad, pasando por las ideas e incluso los objetos. Te daré algunos ejemplos.
Si intentas hacer cambiar de idea a tu interlocutor, éste va a resistirse y, antes de lograrlo (si lo logras), será necesario un intenso intercambio de argumentos que ponga en evidencia su punto de vista. Y es que las ideas, al igual que los seres vivos, también tienden a sobrevivir.
Si intentas cambiar la sociedad sucede lo mismo. Antiguamente, la mujer no votaba, no había jornada laboral de 8 horas, ni existía seguridad social o pensiones de jubilación. Lógicamente, estos privilegios no se implementaron de la noche a la mañana; tuvo que haber manifestaciones, encarcelamientos e incluso muertos durante años antes que éstos pudieran ver la luz. Porque la sociedad, como cualquier ser vivo, se resiste a cambiar hasta que dicho cambio se convierte en una necesidad.
En la política, la dinámica se repite. Si Cataluña quiere independizarse de España, por ejemplo, esta última va a resistirse con todas sus fuerzas, ya que ello supone la “muerte” de su integridad nacional. Sin embargo, España ya perdió a México, Guatemala, Filipinas, Argentina y muchas de sus otras colonias; pero no sin que antes hubiera guerras, muerte y devastación de por medio. Un país sólo acepta dividirse cuando mantener una región es insostenible o deja de ser rentable.
en tu vida personal también sucede lo mismo. Si quieres emanciparte, tienes que estar dispuesto a valerte por ti mismo y a pagar tu propia casa. Y si te apetece vivir con tu pareja, tener un hijo o montarte tu propia empresa, sabes que vas a tener que alimentar tu “nueva vida” a base de trabajo y esfuerzo. ¿Por qué? Porque la vida que llevas ahora mismo también tiene su propio instinto de supervivencia y, por tanto, se resiste a cambiar. Y para cambiar se necesita energía, a veces tanta que sólo cambiamos cuando no nos queda más remedio.
Instinto de supervivencia. Sobreviviendo.

La ley de la inercia: el guardaespaldas del instinto de supervivencia

Como ves, el instinto de supervivencia de animales, objetos, sociedades o estilos de vida hace que sea difícil matarlos (cambiarlos, transformarlos, modificarlos…).
Eso es así porque dicho instinto de supervivencia está protegido y garantizado por otra ley universal: la ley de la inercia. La primera ley de la mecánica clásica de Newton.
Esta ley afirma que: “Todo cuerpo tiende a mantener su estado inicial (reposo o movimiento) a menos que se le aplique una fuerza externa”.
Es decir, si tienes un palo clavado en el suelo, éste va a estar ahí toda la eternidad a menos que un fuerte viento, un movimiento de tierra o una persona pasen por allí y lo arranquen. Y si vas a 200 km/h en tu coche, éste va a seguir avanzando eternamente a menos que aprietes el freno, que haya un impacto o que la fuerza de fricción del asfalto contra las ruedas acabe por frenarlo.
La ley de la inercia, al igual que sucedía con la del instinto de supervivencia, es aplicable a todos los ámbitos de la vida.
Un mosquito seguirá vivo hasta que no le des un guantazo (fuerza externa), o hasta que otras agresiones de la vida lo maten, pues la ley de la inercia tiende a mantenerlo vivo.
Una persona va a seguir con su forma de pensar a menos que la fuerza de los argumentos de alguien (o las hostias que le dé la vida) sean lo suficientemente convincentes. La inercia tiende a mantener nuestras ideas tal y como están.
Una sociedad no cambia su forma de organizar la vida de sus ciudadanos hasta  que éstos no ejercen la suficiente presión diplomática, intelectual, política o incluso violenta para cambiarla. De nuevo, la ley de la inercia hace que los sistemas establecidos tiendan a permanecer inmóviles.
Un país nunca va a dividirse hasta que otro más fuerte le obligue a hacerlo o hasta que las condiciones económicas, sociales o ambientales hagan que dicha división sea el mejor camino para seguir sobreviviendo.
Una persona nunca va a mover el culo para irse de casa de sus padres a menos que lo echen, o a menos que esté convencido de que su vida sólo va a mejorar emancipándose. Tampoco va a pasarse cinco años estudiando si no ve claro que necesita esos estudios para obtener el dinero, el prestigio o la realización que anhela.
Porque romper la ley de la inercia requiere un gasto energético importante (fuerza externa), y todos tendemos a cumplir otra ley, la del mínimo esfuerzo, a menos que nuestra integridad esté comprometidaO a menos que nuestra vida que llevemos en ese momento deje de tener sentido. En ese instante, cambiarla se convierte en la única forma de “sobrevivir” 

Instinto de supervivencia. ¿Cuándo empezar a matar?
Si todo va bien y estás contento con la vida que ves, que vives y que tienes, no tienes que hacer absolutamente nada. En ese caso, estas 2 leyes juegan a tu favor:
El instinto de supervivencia (de los países, objetos, ideas, rutinas, sociedades…) hace que todo tienda a sobrevivir y a seguir como está.
Y la ley de la inercia asegura que, para que algo cambie, haya que hacer un considerable esfuerzo y un notable gasto de trabajo y energía. Así que todo en orden.
El problema empieza cuando las cosas dejan de ir bien; cuando no estás de acuerdo con algo, cuando quieres hacer un cambio en tu vida o cuando tienes dificultades, necesidades o sueños difíciles de cumplir. ¿Por qué?
Porque para cambiar las cosas vas a tener que currártelo, vas a tener que invertir tu tiempo, tu dinero y/o tu energía. De otro modo, todo va a permanecer igual. Ese mosquito de la habitación te seguirá picando, vas a seguir en ese trabajo de mierda que tan poco te gusta, vas a continuar en el paro o vas a seguir alimentando esa relación tóxica que te amarga la vida.
A nivel colectivo, también tenemos que actuar si no estamos de acuerdo con la corrupción política, con los recortes en sanidad y educación, con la deforestación de los bosques, con los desequilibrios sociales, con la pobreza…
¿Cómo sería nuestra sociedad si las generaciones pasadas no se hubiesen movilizado contra aquello que sentían que no era justo? Seguiríamos estando esclavizados 14 horas el día en nuestro trabajo, no tendríamos seguridad social, las mujeres seguirían sin poder votar, no habría pensiones y las vacaciones pagadas serían una utopía.
Pero mi pregunta era: ¿cuándo tienes que romper la inercia?, ¿cuándo hay que superar el instinto de superviviencia y empezar a matar ideas, rutinas, formas de pensamiento y viejas costumbres?
La respuesta es fácil: cuando haya algo en tu vida que no te guste. Cuando ese algo te haga sentir estancado, frustrado o infeliz. Cuando lo que haces ya no te dé el resultado que esperasCuando tu vida ya no te ilusione. Cuando te apetezca crear algo nuevo. Y cuando veas a tu alrededor injusticias que ya no puedas soportar.
Entonces piensa. Visualiza tus metas e tus ideales, y decide si realmente quieres luchar por ellos hasta el final.
No te centres en lo que puedes perder, sino en todo lo que puedes ganar, en cómo te sentirás cuando logres tu nuevo objetivo. Piensa en la “criatura” que va a nacer después de esa muerte simbólica. ¿Te hará feliz?, ¿habrá valido la pena?, ¿anhelas que vea luz?, ¿lo deseas con todas tus fuerzas? Si la respuesta un sí, no lo dudes, ha llegado el momento.
Ya no hay vuelta atrás, tienes que empezar a matar lo viejo. Tienes que ponerte manos a la obra.
Y no desfallezcas.

¿Qué ocurre después (y durante) la muerte?

Repito. No desfallezcas. Porque toda muerte es dolorosa.
De hecho, todo cambio o nuevo inicio supone una muerte, real o simbólica. Y, como sabemos, los cambios y nuevos inicios requieren adaptación, trabajo y perseverancia. Suponen recomenzar, reaprender y, por supuesto, invertir una gran cantidad de tiempo y energía.
Durante ese proceso de cambio vas a recibir críticas, vas dudar de tus decisiones y tendrás que hacer frente a un sinfín de dificultades que mermarán tu energía y tu fuerza vital.
Instinto de supervivencia. Lo que ocurre después y durante la muerte
Pero si has pensado bien en lo que quieres, sabrás que el esfuerzo vale la pena, porque eres consciente que al final del túnel encontrarás la luz. Y porque sabes que ya no hay vuelta atrás.
Porque cuando algo dentro de ti cambia, sabes que tu vida también debe cambiarpues ya no le encuentras sentido a vivirla como lo habías hecho hasta ahora. Y entonces no te importará luchar hasta el final para conseguir aquello que anhelas.
Por ello, hoy te invito a que mates todo aquello que ya no te sirva, y que des todo lo que tengas para lograrlo, para obtener aquello sin lo cual tu alma ya no quiere vivir.
¿Quieres dejar ese trabajo que consume tu tiempo y tu energía?
¿Sueñas con crear un nuevo estilo de vida en otro lugar, en otro país y en otro ambiente?
¿Quieres dejar de lado tu timidez, tu orgullo o tu ira para mejorar tu relación con los demás?
¿Quieres convertir la sociedad en un lugar mejor haciendo algo que te llene?
Pues hazlo, y empieza hoy mismo. Una nueva y mejor vida te espera al otro lado.
Para hacerlo, deberás acabar con viejos patrones, que te limitan y que no tiene intención de irse. Y, para lograrlo, deberás luchar hasta el final.
Pero, si realmente deseas una nueva y mejor vida, lo harás, porque esa nueva vida, aunque sólo esté en tu mente, ya habrá nacido. Y también quiere sobrevivir, con todas sus fuerzas. Pero debes alimentarla.
¿A qué esperas?
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¿Y tú? ¿Estás dispuesto a luchar por cambiar tu vida? ¿Qué viejas costumbres, pensamientos o creencias tienes que “matar” para lograr tus objetivos? ¿Cuáles son los logros que cambiaron tu vida?, ¿Fueron difíciles de conseguir?