2019/07/24

Maldita, siempre..

Cuando conozco a gente nueva me siento en la obligación de decirles que no es fácil tener que ver con alguien como yo.
Habrá días en que desapareceré sin que les escuche, otros en los que voy a hablar de mí sin reservas.
A menudo no voy a encontrar las palabras correctas para decir en el momento oportuno, pero las ocasiones y los momentos equivocados en cambio los adivino siempre.
Estoy cerrada, soy un erizo, a veces rozo la antipatía, sin embargo no hay límite a la dulzura que demasiadas veces oculto y que no tengo ninguna intención de mostrar a nadie.
Mis silencios, los cierres y los momentos de ira no son más que defensas, a veces excesivas pero que luego, paradójicamente, olvido casi al instante, yendo más allá, porque no soporto pensar, odiar; prefiero alejarme, simplemente.
Para mí la felicidad reside siempre en lo mismo: Amar visceralmente a pocas personas, aquellas a las que no tengo que justificar mi mal carácter, aquellas a las que reservo la mejor parte que tengo, esperando que haya alguna... sin ninguna máscara, en lo bueno y en lo malo, porque tanto pretender ser una persona mejor no me hace una mejor persona pero al menos me hace sentir libre de ser, de actuar y de pensar y, sobre todo, me hace sentir en paz conmigo misma que, con los tiempos que corren, ya es bastante.
Y al resto... que los follen.

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