Pocos saben cómo se complace a una mujer. Muchos alardean, pero en realidad ninguno lo entiende.
A una dama, digo: ¡Si es que te importa!.
Se le sorprende, se le toma desapercibida y cuando menos se lo espera, se le excita, se le pone a volar con una conversación inteligente e interesante. Se le eriza la piel con cada palabra, con los pequeños detalles y se le conquista con un: ¿Ya comiste?, ¿Me llamas cuando llegues a tu casa?, ¿Me permites acompañarte?, ¿Qué tal tu día?.
Después de amar su corazón, su mente y su alma, se le debe C o g e r , con pasión y mordiendo cada rincón de su cuerpo. Hacerlo como le gusta y sumir tu lengua en su s e x o, y cuando acabe, cuando termine apretando las sábanas, cuando sientas escurrir sobre tus labios aquel manantial, sabrás que luego estará a tus órdenes.
Tómala fuertemente de su cabello, nalguéala, apriétala, frota su cuerpo junto al tuyo, y embístela salvajemente, hasta que hayas agotado todas sus fuerzas y no le quede el deseo de sentir a alguien más.
Así es como todo hombre debe complacer a una mujer...
