A veces el mundo no quiere nada conmigo y yo tampoco quiero nada con el, huyo de mi, flaquea mi pensamiento, veo mi rostro y me pregunto.
¿Quién es esa?—Desesperadamente busco el interruptor para apagar mis vicios y desgracias–.
A veces muero a las 3:00 am y resucito obligatoriamente al sonar la alarma para ir a trabajar, me sonrÃen, me abrazan y yo; sigo sin sentir nada...Y me odio; odio este vacÃo que no se llena con nada, no es falta de fe, ni de amor, ya dejen de enviarme a terapia, de hacerme citas con el pastor para un posible exorcismo, porque aquà en mi interior no hay nada, ni demonios bailando ni ángeles cantando.
A veces mis pensamientos se separan en busca de algo, no sé que sea, quizás una palabra que haga temblar mi alma o la pieza faltante que impulse a mi corazón a evocar un poco de dulzura, algo que me muestre que hay algo más allá de esta aterradora oscuridad.
No sé que busco y mucho menos donde encontrarlo, pero lo necesito, quizás llegue con las refrescantes lluvias de la semana, cuando por las noches ya no me claven ferozmente las uñas el insomnio y los recuerdos, cuando el café ya no sepa a silencios extraños y a nombres que por más que intento no logro recordar.
He empezado a creer que soy la mala en la historia de muchos; esos que en su actuar me tachan de ingrata, mas ellos no saben lo terrible que es verse a si misma y no reconocerse, con esta gran incertidumbre de vivir en un cuerpo y un alma que no te pertenecen.
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