He superado guerras internas y decepciones que me enseñaron a apagar el ruido de afuera y encender mi música interior.
Entendí que puedo levantarme de cada caída, que puedo afrontar las decisiones y que es necesario reinventarse cada cierto tiempo.
Que mis hábitos pueden cambiar y mis gustos también ¡cosas de la madurez!
Y en el camino he aprendido a amarme como nadie jamás me supo amar y termine por aceptar que seguir mi corazón, siempre es la mejor decisión que puedo tomar.
Posdata: A mi ritmo, pero con todo mi alma.
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