“No me gusta la gente falsa. Me da asco su forma de sonreír mientras por dentro están deseándote lo peor.”
He aprendido a identificarlos.
Son esos que te aplauden en voz alta, pero te critican en voz baja.
Que te abrazan con una mano y con la otra te clavan un puñal.
Que te hablan con dulzura solo cuando te necesitan, pero desaparecen cuando eres tú la que necesita algo.
Yo no puedo con esa gente. Me repelen. Me agotan. Me hacen desconfiar de todo.
Y no es que me haya vuelto fría o desconfiada por gusto, es que me ha tocado ver demasiadas sonrisas falsas, escuchar demasiadas promesas huecas, confiar en demasiadas personas que no valían ni una palabra.
Y duele, ¿sabes?
Porque una da lo que tiene. Porque una cree que los demás sienten igual. Pero no.
Hay quienes no saben querer sin interés, ni hablar sin doble intención.
Y ya no quiero eso en mi vida.
Prefiero la soledad a la compañía de los hipócritas.
Prefiero cuatro verdades de frente que mil mentiras envueltas en dulzura.
Así que si te cuesta ser real, si te cuesta ser leal, si no sabes estar sin fingir, no te acerques.
Ya bastante tengo con mis propias batallas como para andar lidiando con gente que juega a ser buena mientras va sembrando veneno por donde pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario