Se acabó, ya podemos dejar la hipocresía que parece convertirse en pandemia en Navidad.
Podemos volver a no saludar en la escalera o el ascensor, podemos dejar de sujetar las puertas o ceder el paso en una incorporación. Podemos decir «¡que le den!» al que espera en el paso de cebra.
Al fin termina este período infernal en que nuestra personalidad sufre un trastorno viral. Que vuelva la indiferencia, la falta de respeto, la mala educación.
No hay vacuna que valga ante la condición humana, nada parece cambiar de un año a otro. No evolucionamos en lo más importante, nos quedamos en lo superficial.
Pero no tienes que dejarte llevar por la corriente, puedes actuar de forma coherente. Mira dentro para ver fuera. Escoge ser tú y que los demás se hundan en su miseria.
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