Respeto a quienes dicen que sacrifican sus vidas por el trabajo, por la familia, por guardar luto, por respeto a ciertos preceptos ideológicos, al amor o quienes ellos quieran.
Pero no comparto del todo ese modus vivendi.
Yo paso.
No quiero eso.
Solo acepto la responsabilidad de lo que me corresponde, sin importar la opinión social.
Porque a mí lo que me gusta es compartir y atesorar momentos...momentos cálidos y llenos de emoción con las personas que amo, admiro, o simplemente con los que tengo la dicha de coincidir.
Porque aquello que no tiene emoción no vive en ningún recuerdo y yo pretendo quedarme a vivir de esa manera, en la memoria de los que me quieren o quisieron.
Quiero ocupar a penas un espacio donde no estorbe y siempre pueda morar, dónde evoquen mi recuerdo y vibren de nuevo.
Yo no quiero consagrar mi vida a las reglas del mundo, a los impuestos, juicios ni prejuicios humanos, no quiero dedicarme ni entrometerme en los planes de ningún dios, tampoco llegar al final de mi tiempo sintiendo que hice por otros lo que ellos pudieron hacer por si solos, o sentir pesar de no haber hecho más por mi.
Quiero disfrutar lo que tengo, lo que veo, lo que aún pueden tocar mis manos y pies, amar locamente todo aquello que merezca ser amado, así como el mar se enamora del cielo y este le corresponde a diario.
No quiero perder el tiempo, ni quiero dedicar mi vida a coleccionar honores triviales, yo aspiro a la ascendencia de un alma tranquila que vivió lo que pudo, con penas y glorias, sin arrepentimientos, verdugos ni culpables.
Yo no quiero sacrificarme por nada ni nadie, estoy viva y pretendo agasajarme con todo, no quiero conocer solo una parte del mundo o un solo lado de la vida, estoy aquí y quiero vivirlo todo.
Quizá la muerte sea un poco más eterna y tenga más tiempo para conocerla.
Pero acá el reloj dice que la vida es un sueño y aún no es hora de despertar.
P.d: ¡¡El resto de mi vida, me lo pienso dedicar a mí.!!
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