Dicen nacemos dos veces..

 Dicen que nacemos dos veces en la vida. La primera, el día que salimos del vientre de nuestra madre. La segunda, el día que nos damos cuenta de que sólo tenemos una vida. Ese día es como si hubieras estado atrapado en un zulo y alguien de repente abriera las ventanas y te llegara un soplo de aire fresco del que habías sido privado. 

La vida no te debe nada. Nadie te debe nada. Solo TÚ te debes algo a ti mismo. No elijas andar de víctima. Hay que contar las bendiciones y enfrentarnos a los retos. No nos damos cuenta de la felicidad que traemos a los demás por el simple hecho de estar ahí. La simplicidad de las cosas es la clave para una vida feliz. A veces nuestra vida es simple pero nuestra vida emocional no lo es porque nos empeñamos en complicarla. 

¿Por qué no nos encontramos con nosotros mismos mucho antes? Nos acostumbramos a no expresar nuestros sentimientos hasta que somos lo suficientemente valientes para hacerlo. Los muros de nuestra privacidad se erosionan hasta que somos capaces de derribarlos y no dañarnos en el intento. Cuando somos niños nos expresamos sin miedo. Cuando estamos contentos, reímos; cuando estamos tristes, lloramos. Nos desahogamos y al momento estamos felices otra vez. Sentimientos honestos y puros que en la sociedad de adultos que hemos creado quedan aislados. Tenemos que aprender a desmantelar los ladrillos de los muros de nuestro corazón. Dile a los tuyos que los quieres. Da las gracias. Sé efervescente. Es fácil quedarse atrapado en la rutina del trabajo, responsabilidades y no crear tiempo para la gente que nos importa. Y para cuando nos damos cuenta, ya no están. Damos por sentado las cosas que más echaremos de menos cuando no estén. Disfruta las pequeñas cosas de la vida porque al mirar atrás, te darás cuenta que fueron las cosas grandes.