¿Sabías que tras la sombría leyenda de Drácula se esconde una historia de profundo sufrimiento?
Se cuenta que antes de convertirse en el temido ser que hoy conocemos, Drácula fue un hombre noble y apasionado, cuyo corazón latía lleno de amor. Sin embargo, la crueldad de quienes lo rodeaban lo llevó por un camino sin retorno, sumiéndolo en la oscuridad de la venganza y la sed de sangre. Vlad, como era conocido antes de su transformación, fue un valeroso guerrero entregado a la protección de su pueblo y, sobre todo, a su amada esposa, quien era su mayor fuente de luz en medio de la guerra. No obstante, su felicidad se vio brutalmente arrebatada cuando los líderes religiosos, temerosos de su creciente poder, acusaron a su esposa de brujería. Su único pecado fue su infinita bondad y el amor que profesaba por los habitantes del pueblo, pero eso no evitó que fuera condenada al fuego purificador.
Desgarrado por el dolor y consumido por la ira, Vlad clamó al cielo, pero solo el vacío respondió a su súplica. Con el alma destrozada y el corazón envuelto en amargura, sucumbió ante la tentadora promesa de un poder eterno. Al aceptar su oscuro destino, renació como Drácula, un ser inmortal condenado a la penumbra. Desde entonces, su existencia quedó marcada por un juramento de venganza contra aquellos que destruyeron su felicidad, repitiendo con furia y dolor en lo más profundo de su ser:
“Me arrebataron el único amor que conocía… quemaron a mi esposa, un alma pura y bondadosa. Ahora, yo les quitaré todo: sus almas, su sangre… todo será reducido a cenizas.”
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