¿Qué te dices a ti misma?
¿Tomas tus decisiones basándote en las decisiones de otras personas?
¿Encuentras dentro de ti ese amor propio que te sirve de escudo para hacerte respetar?
Yo vivo a diario con mis demonios,
con una voz que me acompleja y me lanza al vacío continuamente.
Y es un trabajo diario no escucharme.
Es necesario reeducarnos en muchos hábitos, eliminar creencias y pensamientos de tu mente, esos que vienen del pasado, esos que todavía marcan tus maneras de confiar, de sentir, de amar.
Que marcan lo que permites a otras personas.
Que marcan tus decisiones.
Eres y vas a ser todo el respeto que te tengas, todo el amor propio que te des,
todo lo que hagas por echarle valentía a la vida,
y mirar atrás solo para recordar lo aprendido.
Eres y vas a ser un poquito de quien permitas quedarse, de quien te rodees.
Porque nos envejece el alma cerca de algunas personas y florecemos de alegría e inquietudes cerca de otras.
Tú vas a ser tu mayor consecuencia.
Tú y solo tú. La consecuencia de tus buenas
y malas decisiones.
La consecuencia de lo que te dices.
Del tiempo que te dediques.
De lo mucho o poco que te cuides.
Que en toda ésta batalla
con las personas, los fracasos,
los retos y el mantenerte a salvo,
no te pierdas a ti misma
por agradar a los demás,
por cumplir sueños de los demás,
por dejar tu felicidad en manos de otra persona,
o por no saber decir NO a tiempo
(sin sentirte mal).
Es un tremendo error dejar de SER
para seguir.
Camina por tu camino,
quien quiera te agarrara, de la mano
y caminará a tu lado.
Quien no, hagas lo que hagas,
se marchará
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