No hace falta que escales el Everest y hagas una foto triunfadora, a veces el Everest está a ras de suelo y lo conquistamos cada día. Sin fotos, sin likes, sin mierdas. No hace falta entrar en discusiones estúpidas con estúpidos arrogantes. Como dicen por ahí: para ti la razón, para mí la paz. No hace falta que batalles todas las batallas, sobre todo si la guerra no merece la pena.
No hace falta saber las respuestas a todas las preguntas, ni quedar bien con todo ser viviente ni ser la bella durmiente. Los cuentos de antaño me tienen frita. Y los de ahora me irritan. No te exijas tanto. No permitas que te exijan más de lo que puedes y quieres dar.
No hace falta tener una familia idílica, el jardín impecable y una chimenea de postal. No hace falta ser la madre o padre ejemplar, la profesional excepcional. La que hace maratones, la que extermina a los matones, la que nada mar adentro en pleno invierno, la que atraviesa el bosque más rápido que Caperucita, la que se come a los lobos y llega con la comida caliente y se muestra sonriente. ¡No hace falta! Esto no es el cuento de la persona perfecta. Esto debería ser el cuento de la persona feliz. Presiento que Caperucita estaba hasta el mismísimo…
No hace falta que llegues a todo… Porque luego ese ‘todo’ te perseguirá hasta cazarte como un animal hambriento. Ansiedades opresoras. Dolores de cabeza y un estrés que te dejará en pelotas, sin saber contar lo que cuenta de verdad. Ah, y no hace falta que te pongas en pelotas sobre la nieve para llamar la atención. Mátame camión.
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PD.1. La gente perfecta como que me da pereza.
PD.2. Ser uno mismo ya es bastante, solo me faltaba tener que parecerme a alguien.
PD.3. No llegues a todo, llega a dónde puedas..
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