Me costó años entender que no se puede estar bien con todos, complacer a todos. De repente no me interesa mantener vínculos, mantener conversaciones o ser parte de situaciones que ya no comparto.
Toda mi vida he tenido que sufrir el estigma de niña rebelde y mujer fatal, cuando lo único que soy es potente. A cada mujer fuerte se la llama peligrosa. Mala. Perversa. Cínica.
"Se comporta como un niño", le dicen a las niñas que no encajan. Y eso es malo porque no son niños.
Las niñas tienen que ser lo que ellos quieren.
Desaprendernos nos hace malas. Nos hace unas víboras.
Yo soy yo. Y nunca voy a ser lo que queréis.
Todo el que intente controlarme se va a tragar el puto veneno de esta víbora. Intentar controlarme solo es elegir una forma de morir. Que quede claro.
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