Te contaré que no ha sido fácil, que me he crecido cuando el agua llegó a los tobillos y sentí el frío en mi piel. Que he derramado más lágrimas que sonrisas. Que los cambios los prefiero de poquito en poquito… pero este año he aprendido, que vienen cuando la vida decide. Que siento admiración, por las personas que saben estar… y si me preguntas que si soy feliz, te diré que he tenido algunos días… Aún sí, sé que todo cambia para mejor, para tener esa tranquilidad o eso, espero, esa estabilidad… O eso, espero. Puedo necesitar un par de meses más para aceptar muchas cosas… entre ellas, que algunas veces no se necesita una despedida, un adiós o un que te vaya bonito, para cerrar un ciclo.
Pero hoy solo quiero recordar que diciembre es un mes para abrazar a quienes sí, supieron estar cerca, a los que supieron estar ahí. Un mes para mandar mensajes de ¡Felices Fiestas! a los que están lejos, y aun así, se hacen notar. Es un mes, para pensar, para querer más, más de todo, incluso de esa soledad que algunas veces nos hace sobre pensar y nos recuerda que somos mucho mejores, que esa versión edulcorada que soñamos de jóvenes de nosotros mismos.
Así que aprovechemos estos últimos días del año, para recordar que detrás de un pasado siempre renace un presente, donde existirán nuevas conversaciones, cerraremos cicatrices, haremos realidad promesas, veremos nuevos atardeceres, besaremos esos labios que nos hacen reír y viajaremos a lugares que no conocemos… bueno, no sé si será así, pero por una vez me voy a dar el lujo de pensar, en un futuro, mucho más bonito.
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