Dejar de mirar consejos, dejar de consumir remedios, dejar de poner la atención en lo que a otros sirvió, a otros ayudó, a otros salvó. Dejar de enfocar hacia fuera lo que ocurre dentro. Solo tú sabes la cantidad de flores y mierdas que te habitan, cómo los transitaste, cómo los afrontaste, cómo te hicieron agonizar.
A veces, en nuestro afán de ayudar a otros, decimos un montón de cosas, yo cuando escribo y leo, libros, por ejemplo, además de para enriquecerme yo emocionalmente digo, económicamente no parece que funcione jajajaja lo hago en un intento de dar la mano a quien quizá esté a oscuras en su cueva particular. También a mí me ayudaron quienes lo hicieron cuando estaba yo en el ojo del laberinto más grande que te puedas imaginar. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, (sabiduría pura)... Hay veces en las que lo mejor de lo mejor que puedes hacer es cerrar los ojos al mundo y abrirlos hacia dentro, al silencio. Lo sé, sé que precisamente si los cierras, lo único que escucharás será ruido. Más ruido. Lo sé, y sé que por eso miras fuera, porque en ti, es aparentemente insoportable permanecer. Pero es yendo en dirección contraria como añadimos más estruendosos sonidos al ya exasperante griterío interior.
Lo que a mí me sirvió, no te va a servir a ti. Quizá no, digo.
Quizá sí, quién sabe.
Los que escribimos cosas a menudo olvidamos añadir al principio, en medio o después, que eso SOLO es lo que a mí me ayudó. Que no tienes que hacer eso para no sé qué no se cuántos. Es una perspectiva más. Desde MIS ojos. Ni puta idea de si desde los tuyos sirve para algo, en este preciso momento o vete tú a saber.
Y ya. Eso es todo lo que quería decir en este preciso momento.
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