A veces el mundo no quiere nada conmigo y yo tampoco quiero nada con el, huyo de mí, flaquea mi pensamiento, veo mi rostro y me pregunto.—¿Quién es esa?—Desesperadamente busco el interruptor para apagar mis vicios y desgracias.
A veces muero a las 3:00 am y resucito obligatoriamente al sonar la alarma para ir a trabajar, me sonríen, me abrazan y yo sigo sin sentir nada...
Y me odio; odio este vacío que no se llena con nada, no es falta de fe, ni de amor propio, ya dejen de enviarme a terapia, de hacerme citas con el pastor para un posible exorcismo, porque aquí en mi interior no hay nada, ni demonios bailando ni ángeles sonriendo.
A veces se parten mis pensamientos en busca de algo, no sé que sea, quizás una palabra para armar el crucigrama que avive mi alma o la pieza faltante que impulse a mi corazón a bombear emociones que me hagan más real, no sé que busco y mucho menos dónde encontrarlo, pero lo necesito, quizás llegue cuando la lluvia juegue a despertar mis sentimientos, cuando el café ya no sepa a silencios extraños y a nombres que por más que intento no logro recordar.
A veces me siento la mala, ya que muchos me señalan de ingrata, más ellos no saben lo terrible que es no sentirse de una misma, con esta gran incertidumbre de vivir en un cuerpo y un alma que no te pertenecen.
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